LOS CHARLATANES DEL HUMBOLDT
¿Para qué leyes si nuestros gobernantes las violan a su antojo?
Constitución Nacional - Artículo 5: La soberanía reside intransferiblemente en el pueblo… Los órganos del Estado emanan de la soberanía popular y a ella están sometidos”
“La justicia es la reina de las virtudes republicanas y con ella se sostiene la igualdad y la libertad” — Simón Bolívar
Julio César Centeno
Dos funcionarios públicos, el Ministro de Eco Socialismo, Josué Lorca, y el gobernador del estado Mérida, Jehyson Guzmán, se han asociado con una fundación privada, Pro-Biodiversa, para despilfarrar recursos financieros públicos, en una peligrosa, innecesaria e ilegítima intervención sobre un delicado y vulnerable bien público, el Parque Nacional Sierra Nevada, deliberadamente negándole al público la más elemental información sobre la iniciativa que adelantan en el pico Humboldt.
Se niegan a informarle al público, al soberano al que están en la obligación de obedecer y servir, cuáles son sus objetivos, en que forma benefician a la ciudadanía, cual es la metodología que se piensa utilizar, cuales son los resultados que se esperan obtener, cuanto es el presupuesto público que se invierte, en que se invierte, quienes se benefician.
Los recursos públicos que despilfarran estos funcionarios públicos en la intervención de un delicado y vulnerable bien público, no se limitan a recursos financieros. Incluyen también a múltiples funcionarios, vehículos y un helicóptero MI-17V5 de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, funcionarios y vehículos del cuerpo de bomberos, policías, ambulancias; funcionarios, vehículos e infraestructura del Ministerio de Eco Socialismo y de la gobernación del estado Mérida.
No sólo se han negado a permitir, como es su obligación jurídica y vinculante, que el público, la ciudadanía, conozca sin restricciones el proyecto que impulsan apresuradamente y en extraño hermetismo, deliberadamente excluyendo a actores fundamentales y competentes, como la Universidad de Los Andes y todas las demás universidades del país. Se han negado también a explicar la participación protagónica de una fundación privada, sin experiencia alguna en la investigación científica, la administración o el manejo de glaciares, mientras se excluye la participación de todas las universidades del país.
Las escasas declaraciones públicas de los diferentes funcionarios involucrados son, además, falsas algunas y contradictorias otras, dejando entrever no sólo que es una operación improvisada, sin objetivos claramente definidos, sino que además no tienen reparos en engañar a la ciudadanía con declaraciones falsas.
El General de División, Rubén Darío Belzares, comandante militar de la ZODI Mérida (Zona Operativa de Defensa Integral), declaró en rueda de prensa el 21de febrero 2024, junto al gobernador de Mérida:
“Esta es una operación inédita a nivel mundial que trata de rescatar el último glaciar de Venezuela. Todas las pruebas salieron de acuerdo a lo planeado, para mantener y recuperar nuestro último glaciar".
El general Belzares despliega de esta manera su ignorancia sobre el proyecto en el que participa. El uso de geo-textiles en intentos por preservar glaciares lleva más de veinte (20) años en Suiza, Alemania, Italia, China, Rusia, entre otros, por lo que es falso afirmar que es “una operación inédita a nivel mundial” (1)
El proyecto al que se refiere el general Belzares ni pretende ni puede “rescatar el último glaciar de Venezuela” y mucho menos “recuperar nuestro último glaciar”. Lo que queda al pie del pico Humboldt no es un glaciar. Es un pedazo, en avanzado estado de descomposición, del cadáver de lo que alguna vez fue un glaciar: apenas el 0,4% del antiguo glaciar La Corona, el que cubría 450 hectáreas en los picos Humboldt y Bonpland en la cordillera andina a inicios del siglo 20. Ya desapareció el 99.6%.
El despliegue del manto plástico en el que está involucrado el general Belzares, comandante de la ZODI Mérida, ni puede ni pretende rescatar un glaciar, sino, en el mejor de los casos, retrasar su inevitable desaparición a muy corto plazo.
El general Belzares delira al creer estar involucrado en un proyecto para “recuperar nuestro último glaciar”. No queda claro cómo tiene planificado, junto a sus socios en el proyecto, “recuperar” el glaciar La Corona. Aunque seguramente ya han considerado, entre las alternativas, regresar al planeta Tierra unos cien años en el tiempo. También podría lograrse extrayendo de la atmósfera 1.300 giga-toneladas de CO2 (1.300.000.000.000 toneladas CO2), plantando unas 2.600 millones de hectáreas de bosques, una superficie equivalente a apenas cuatro veces (4) el tamaño actual de los bosques Amazónicos de América del Sur.
Este tipo de mensajes, de un funcionario público de reconocido prestigio, sólo contribuye a confundir a la población, haciéndole creer en ilusiones totalmente desconectadas de la realidad. Cuando se combinan con declaraciones igualmente absurdas de otros funcionarios públicos, es difícil evitar concluir que posiblemente nos encontremos ante un intento deliberado por engañar a la población sobre los verdaderos intereses detrás de esta grotesca aventura.
En un vano intento por darle un toque de credibilidad al proyecto, el director regional del Ministerio de Eco Socialismo, Toro Belisario, señaló:
“Hay universidades de Colombia, de Perú y de Ecuador muy atentas a nuestra investigación, para ellos poder aplicar medidas correctivas similares en sus países”
No sólo se abstiene de identificar a las universidades de esos países que presuntamente participan en el proyecto, sino que se excluye toda mención a universidades venezolanas. Hasta donde hemos podido confirmar, ninguna universidad de Venezuela, Colombia, Ecuador o Perú participa en esta descabellada aventura.
El director en Mérida del Ministerio de Eco Socialismo, Toro Belisario, también señaló que “luego de terminada la operación se retirará el material para continuar con las investigaciones”
Se abstiene de especificar cuándo se considerará “terminada la operación”, cuando retiraran el manto plástico, quien es el encargado de cumplir con este requisito, que implicaciones tendría el incumplimiento de esta operación, ni cuáles son las “investigaciones” que continuarán.
Por su parte, el gobernador de Mérida, Jehyson Guzmán, declaró: “En la operación se están haciendo las evaluaciones científicas… todos los estudios científicos para ver cuáles son los efectos de la relentización, es decir, en cuanto puede detener el derretimiento del glaciar”(sic)
Nuevamente, el gobernador Guzmán se abstiene de informarle a la ciudadanía, a la que está en la obligación de obedecer y servir, cuales son las “evaluaciones científicas” a las que se refiere, a que “efectos de relentización” (sic) se refiere, para qué pretenden “detener el derretimiento del glaciar”.
El glaciar La Corona no existe. El remanente que queda no es un glaciar. Ya desapareció el 99,6%. La desaparición del minúsculo remanente, en avanzado estado de descomposición, es una inevitable consecuencia del equilibrio natural vigente. Tratar de alterar ese equilibrio requeriría una operación de geo ingeniería a escala planetaria. Es una alucinación.
El glaciar la Corona murió hace ya bastante tiempo. Un glaciar se considera muerto cuando ha perdido suficiente masa como para no poder más moverse por su propio peso. Cuando además ha dejado de acumular suficiente nieve para balancear la pérdida de hielo. Cuando además su tamaño sea inferior a un mínimo de 0,1 km2 (10 hectáreas).
Un glaciar muerto se convierte en una masa de hielo estancada que se encoje progresivamente hasta desaparecer. Es el caso del remanente del antiguo glaciar La Corona en el Pico Humboldt, un remanente de apenas dos (2) hectáreas, un cadáver insepulto en avanzado estado de descomposición.
El gobernador Jehyson Guzmán, aseguró que la “Operación Glaciar La Corona" durará 15 días: "para a mediano plazo comenzar a ver los resultados positivos y el posterior retiro del material geotextil".
Todos se abstienen de aclarar que quiere decir “mediano plazo”, si se refieren a meses o años, si para ese “mediano plazo” Guzmán todavía será gobernador de Mérida, o si pretenden dejarle el muerto a otro.
“Es un momento histórico para Venezuela y el mundo, donde la conservación es el principal pilar de nuestras acciones” se ufana el gobernador Guzmán.
“Como merideño me siento orgulloso de pertenecer al equipo de héroes patriotas que estamos aportando un granito de arena para brindarle protección al último glaciar de Venezuela”. Instagram @ jehysonguzman 22 02 2024
Ya el gobernador de Mérida habla de “nosotros, héroes de la patria”. Delirios de grandeza. Pronto se colgarán medallas en el pecho unos a otros y se construirán monumentos a los nuevos “héroes de la patria”, en nombre del noble pueblo agradecido.
El gobernador de Mérida también mintió cuando aseguró a través de su cuenta en Instagram que su proyecto en el Humboldt se realizaba “junto con La Universidad de Los Andes” (1)
El gobernador de Mérida, Jehyson Guzmán, y el ministro de Eco Socialismo, Josué Lorca, insisten en envolver el minúsculo retazo de lo que alguna vez fue un glaciar en un manto mortuorio plástico. Asumen la función de improvisados sepultureros que, abusando de su poder, se consideran por encima de la ley.
Se han auto eximido de cumplir con los requisitos establecidos en la legislación vigente para proyectos que afecten el interés público: la presentación de un estudio de impacto ambiental, tal y como lo establece el artículo 129 de la Constitución Nacional, al acceso libre de toda la ciudadanía, y la realización de una consulta pública, tal y como lo establece la Ley Orgánica del Ambiente y la Ley Orgánica de la Administración Pública, entre otras disposiciones legales vigentes. Son funcionarios públicos, utilizando recursos públicos, para intervenir y afectar un bien público, con serias implicaciones tanto para el equilibrio ecológico como para la salud y la seguridad del público (2).
El Parque Nacional Sierra Nevada es un bien común, un bien público. Cualquier intervención o alteración de este delicado ecosistema debe cumplir con los requisitos y las limitaciones establecidas en la legislación vigente. Sin excepciones.
Una de las consecuencias más preocupantes del despliegue del manto plástico en la base del pico Humboldt es la propagación de partículas de plástico por el aire y las fuentes de agua. Afectan el sistema respiratorio, el sistema inmunológico, el sistema reproductivo y el sistema digestivo de animales y humanos. Pueden afectar el metabolismo y provocar daños genéticos. Han sido detectadas en pulmones, en el sistema gastrointestinal y en la sangre. Pueden atravesar las paredes de los pulmones y el tracto digestivo. Penetran de esa manera al flujo sanguíneo por el que se propagan a otros órganos (1).
El despliegue de unos cinco mil metros cuadrados de manto plástico al pie del pico Humboldt se convertiría en una gigantesca fuente de partículas de plástico, invisibles pero extremadamente peligrosas. En el pico Humboldt los vientos predominantes provienen del este. La ciudad de Mérida se encuentra directamente al oeste del Humboldt.
No hay ninguna justificación para exponer innecesariamente a la población de Mérida a estas amenazas a su seguridad y a la de sus descendientes. Quienes promueven esta aberración pretenden evadir toda responsabilidad. Urge la intervención de la Fiscalía para asegurar que los promotores de esta descabellada aventura asuman la responsabilidad jurídica por las potenciales consecuencias sobre la salud de la población que se puedan derivar (3).
El proyecto que adelanta la gobernación del estado Mérida, junto con el Ministerio de Eco Socialismo y la fundación privada Pro-Biodiversa, para envolver en plástico el minúsculo remanente descompuesto del antiguo glaciar La Corona, al pie del Pico Humboldt, no contribuye de manera alguna a aliviar el calentamiento global, ni contribuye a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, ni contribuye a mitigar el cambio climático, ni contribuye a la adaptación de la población a los cambios climáticos que se avecinan.
En lugar de despilfarrar recursos en tratar inútilmente de prolongar la descomposición del último despojo del glaciar La Corona, hubiese sido más contundente, más permanente y más eficiente impulsar un plan de reforestación en el estado Mérida, para recuperar las cuencas hidrográficas degradadas, para proteger las fuentes de agua de generaciones futuras, para reducir los efectos de sequías e inundaciones, para reducir la concentración de CO2 en la atmosfera, para generar empleo masivo y para reducir la temperatura media del estado.
Un programa de reforestación de al menos 20.000 hectáreas en las cuencas hidrográficas más importantes del estado, no sólo contribuiría a mitigar el calentamiento global por la captura de 10 millones de toneladas de CO2 y a generar empleo masivo y no especializado. Podría además servir como fundamento para la instalación de micro centrales hidro-eléctricas con el fin de superar, definitivamente, la tortura a la que está sometida la población de Mérida por la falta de electricidad.
A inicio del siglo 20, por el año 1900, los cinco picos más altos de la cordillera andina se encontraban cubiertos de hielo y de nieve. Abarcaban mil hectáreas, en los picos Bolívar, el León, la Concha, el Toro y el glaciar más espectacular de todos: La Corona, 450 hectáreas de hielo alrededor de los picos Humboldt y Bonpland. Sólo en La Corona se encontraba la mitad de las nieves eternas del país (1).
Todos estos glaciares de Venezuela han desaparecido, en un 99,8%. De los glaciares en los picos Bolívar, el León, la Concha y el Toro no queda nada. Del glaciar La Corona sólo quedan dos hectáreas, de las 450 que tenía hace apenas 120 años. Sobrevive, en avanzado estado de descomposición, no un glaciar, sino un minúsculo remanente de hielo, sólo el 0,4% de su extensión original. Ya desapareció el 99,6%. El insignificante remanente tiende a desaparecer en un par de años (1).
Mérida ya no es más la Ciudad de las Nieves Eternas. Las Cinco Águilas Blancas han desaparecido. Las hemos destruido, aniquilado. Se encuentran entre las primeras víctimas venezolanas del calentamiento global. Muchas otras se aglutinan a las puertas del exterminio. No sólo plantas, animales, fuentes de agua y suelos fértiles, sino humanos, muchos humanos.
Es sólo ahora, cuando ya se ha perdido el 99,8% de los glaciares del país, cuando lo que queda es un remedo minúsculo de lo que alguna vez fue un glaciar, es sólo ahora que se desata un escandaloso circo político, pretendiendo engañar a la población en un período electoral, pretendiendo “salvar” el último “glaciar” de Venezuela.
Ya no hay ningún glaciar para salvar. Lo que queda no es un glaciar, es el residuo putrefacto de lo que una vez fue el glaciar más imponente y gigantesco de los Andes de Venezuela: el antiguo glaciar La Corona.
Referencias:
1 - La Agonía del Último Glaciar de Venezuela
2 - Las Águilas Blancas han Remontado el Vuelo
3 - En Mérida Gobierna la Anarquía
4 – Los Charlatanes del Humboldt
JC-Centeno@outlook.com